Ciria, rayana entre reinos durante siglos, ha estado unida desde siempre a los conflictos fronterizos entre castellanos y aragoneses, de ahí la ubicación de su peculiar castillo roquedo que perteneció a don Alvaro de Luna. Aunque los asentamientos en la zona son muy antiguos, pues se han hallado grabados rupestres, restos de cerámica campaniforme y existe un castro documentado.

El origen de su nombre, que en vasco significa «la cuña», por su peculiar situación junto al cañón del Manubles, sugiere que fuera repoblado por gentes vasconavarras.

De vital importancia para Ciria fue, también, el conocido camino medieval y ruta de peregrinación a Santiago, que circulaba desde Bilbilis (Calatayud) a Numancia, atravesando el puerto de Bigornia y pasando por las Ventas de Ciria.

Formó parte del señorío de la noble familia Luna. Ya en 1771 se crea el título de Marqués de Ciria, entregado a Don José Pedro de Luna. La sucesión llega en 1928 al Vizconde de Eza, Don Luis Marichalar y sus descendientes, el actual conde de Ripalda, hermano de Jaime Marichalar.
¿Qué ver?:
-Ruinas del castillo:
Castillo roquedo que conserva buena parte de la muralla, jalonada de más de una treintena de almenas con terminación en punta de diamante, y hasta diez saeteras. Construido en tosca mampostería, en la puerta de la Hoz del río Manubles, su existencia se debe a los conflictos fronterizos entre castellanos y aragoneses. El castillo de Ciria perteneció al Señorio del condestable Álvaro de Luna, que lo donó a su sobrina Aldara con motivo de su matrimonio con Carlos de Arellano.
-Cañón del río Manubles:
El río Manubles traza en sinuoso recorrido, desde Borobia hasta Ciria, un cañón de escarpados muros plagados de numerosas cuevas y formas caprichosas. Sabinas, quejigos y arces completan un paraje especial y atractivo.

Ubicación